En la antigua Roma, cuando las cosas se ponían un poco peliagudas, el Emperador se gastaba un dineral en toda una serie de juegos que incluían gladiadores, batallas simuladas, leones devoradores de Cristianos y otras diversiones para toda la familia. La idea era distraer a la gente de las realidades de la vida y mantenerlos felices, por lo menos hasta que los Godos llegaban en su invasión anual de pillaje, saqueo y violación. Hoy en día, semejante carnicería no es posible –incluso en Factor X–, así que tenemos la siguiente mejor cosa: otra boda real.