América Latina

Es la que se aperturará (si es que no se impone un fraude escandaloso), con la victoria de GANA PERÙ y Ollanta este 5 de junio. Esta victoria popular expresará las ganas de un cambio del modelo económico neoliberal y una gestión gubernamental decente. Implicará el fortalecimiento del proceso de cambio continental que se encuentra en una encrucijada. Se aperturarà una nueva etapa muy compleja y contradictoria, que amerita una reflexión profunda y dialéctica, por parte de las izquierdas y el nacionalismo.

El 28 de mayo, Mel Zelaya, el presidente hondureño destituido por un golpe de Estado en junio de 2009, regresó a Honduras, donde fue recibido por una enorme multitud. El 1 de junio, la Organización de Estados Americanos votó a favor de readmitir a Honduras como miembro, con el único voto en contra de Ecuador. Los acuerdos que hicieron esto posible han provocado mucha discusión entre los revolucionarios de Honduras en el Frente de Resistencia (FNRP) y en toda América Latina.

A falta de unos días para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Perú, las encuestas pronostican una disputa muy ajustada entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori. El imperialismo y la oligarquía peruana están movilizando todas sus fuerzas y recursos para imponer la victoria de su candidata, la hija del ex-dictador Alberto Fujimori. En respuesta, todo lo que hay de vivo y sano en la sociedad peruana: trabajadores, campesinos pobres, jóvenes y pobres de la ciudad y del campo, intelectuales progresistas, están movilizándose alrededor de la figura de Humala para torcerle el brazo a la reacción.

El martes, 25 de mayo, los EE.UU. impusieron sanciones contra la compañía estatal venezolana PDVSA y otras 6 empresas de otros países, por llevar a cabo negocios con Irán. Las sanciones forman parte de un intento de Washington para aumentar la presión contra Irán en relación con su programa nuclear. Son también un acto de intimidación descarada contra Venezuela.

El jueves 5 de mayo se inició en Cuernavaca, Morelos una marcha contra los miles de muertos que ha arrojado la guerra de Calderón “contra” el narcotráfico. Más de 40 mil muertos, ríos de sangre, secuestrados, desaparecidos, asesinados, tortura, miedo y descomposición social son el escenario en el que se enmarca este acto de repudio al gobierno que se quiso disfrazar de pacto para la civilidad.

Es común que ante la cotidiana corrupción y las injusticias que se cometen en Colombia, la reacción sea preguntar por qué no nos movilizamos. Quienes pretendimos celebrar en Bogotá el Día Internacional de los Trabajadores y conmemorar a los mártires de Chicago, el pasado 1º de mayo, podemos responder a esa pregunta.

La polarización de la situación política exige definiciones a todas las organizaciones, a derecha e izquierda. Desde la Corriente Socialista El Militante nunca permanecimos neutrales ante la ofensiva reaccionaria de la clase dominante y de la derecha contra el gobierno kirchnerista, que se profundizó a partir del la huelga patronal en el campo en el 2008.

Las 50 acciones para la regeneración nacional, presentadas por Andrés Manuel López Obrador el 20 de marzo en el Auditorio Nacional representan  un punto de referencia, por medio del cual los trabajadores podemos establecer cómo se comportan las distintas fuerzas políticas del país y que es lo que pretenden para el futuro de la nación y particularmente para los trabajadores.

A principios de este año fotografías de dos jóvenes bogotanos muy guapos aparecieron en diferentes medios noticiosos. No se trataba de protagonistas de telenovela ni de la última revelación del modelaje sino de Margarita Gómez y Mateo Matamala, estudiantes de la Universidad de los Andes que fueron asesinados por el grupo paramilitar “Los Urabeños” en el departamento de Córdoba.

Enoc Escobar Ramos fue un brillante abogado defensor de toda causa revolucionaria.  Desde muy joven  era clara su vocación de servicio por los más necesitados. Defendió toda causa de los explotados contra los abusos de la clase dominante hasta el último día de su vida sin pedir nada a cambio.