Hace 30 años, el 24 de marzo de 1980, mientras celebraba misa en la capilla del hospitalito, Monseñor Oscar Arnulfo Romero fue asesinado a balazos. Su nombramiento en 1977 como Arzobispo, había sido celebrado por la oligarquía, era su hombre, pero los años de su arzobispado estuvieron marcados por una profunda convulsión social y una represión de lo más brutal contra los campesinos y obreros que eran masacrados simplemente por organizarse y defender sus derechos. El asesinato en marzo de 1977 del sacerdote y amigo de Monseñor Romero, Rutilio Grande, junto con dos campesinos, uno apenas siendo niño y el otro un anciano, fue abriéndole los ojos.