En su intervención Alan explicó cómo todas las perspectivas de los
capitalistas tras la caída de la Unión Soviética habían colapsado,
dejando un mundo asolado por la guerra, el desempleo, la pobreza, el
terrorismo, la inestabilidad y la opresión. Señaló el enorme
crecimiento de la explotación y la concentración de capital, el
intolerable y cada vez mayor abismo entre los ricos y los pobres en
todos los países.
Explicó
que en todos los países el porcentaje del ingreso nacional representado
por el Capital (beneficios) ha alcanzado niveles récord, y que la parte
de la clase obrera (Salarios) había caído ha niveles históricamente
bajos. Este era el verdadero "secreto" del boom actual. "Este es un
boom a costa de la clase obrera".
Continuó señalando que en
EEUU, los trabajadores están produciendo un tercio más que hace diez
años, pero que los salarios apenas han aumentado y según algunos
cálculos en realidad habían caído. Al mismo tiempo señaló que el
aumento obsceno de la riqueza en un extremo, el huracán Katrina reveló
la existencia de una subclase de millones de personas viviendo en unas
condiciones propias del tercer mundo pero en el país más rico del
mundo.
Dio algunas cifras asombrosas sobre el aumento de la
riqueza de los empresarios en EEUU. En 1970 la compensación media anual
para los 100 primeros ejecutivos de EEUU fue de 1,3 millones de
dólares, 39 veces más que el salario medio de un trabajador. En 2000,
la cifra equivalente fue de 37,5 millones de dólares, 1.000 veces el
salario medio.
A escala global, la situación es aún mucho peor.
Según las cifras de las Naciones Unidas, 1.200 millones de personas
viven por debajo del umbral de pobreza, con menos de dos dólares
diarios. De éstas, ocho millones de hombres, mujeres y niños mueren
cada año porque no tienen suficientes recursos para vivir.
"Lo
peor es que todo esto es innecesario", dijo Alan. "Los descubrimientos
de la ciencia y la tecnología modernas son más que suficientes para
resolver todos los problemas de la humanidad, sólo con que estuvieran
al servicio de un sistema económico racional. No hay necesidad de que
nadie muera de hambre cuando a los campesinos en Europa y EEUU se les
pagan enormes subsidios para que dejen de producir comida. El problema
no es la falta de recursos, el problema es que las fuerzas productivas
están gestionadas para el beneficio de unos pocos, no para las
necesidades de la mayoría".
Alan después expuso la concentración
sin precedentes de capital a escala mundial. "Sólo hace falta tomar
este año. En el primer trimestre en EEUU las fusiones y adquisiciones
alcanzaron un valor total de 10.000 millones de dólares al día. En un
período de 24 horas, 19-20 de noviembre, la cifra alcanzó los 75.000
millones de dólares. El total para el 2006 superará la cifra récord de
3,3 billones de dólares alcanzada en el año 2000".
"El
conjunto del comercio mundial ahora está en manos de no más de 200
gigantescos monopolios, la mayoría localizados en EEUU. Este proceso de
monopolización no significa un aumento de la actividad productiva. A
menudo, los capitalistas de un monopolio adquieren otra empresa sólo
para cerrarla. Creo que aquí en Brasil ha ocurrido con frecuencia. En
realidad, un monopolio norteamericano ofreció una gran suma de dinero
para comprar Interfiera (una fábrica ocupada vincula a CIPLA) sólo para
cerrarla [Serge Goulart explica que los trabajadores consiguieron un
acuerdo que estipulaba que la empresa norteamericana no podría cerrar
la planta durante 15 años, con lo cual, la "generosa" oferta fue
rápidamente retirada].
"Incluso cuando no cierran la fábrica
después de una fusión, inevitablemente despiden a miles de
trabajadores". Incluso peor, en la mayoría de los casos, los
capitalitas recogen el dinero de estas fusiones mediante el crédito,
gracias a los bajos tipos de interés del momento. Esto demuestra la
naturaleza parasitaria de todo el procedimiento.
"Son como los
caníbales devorándose entre sí. El destino de estos trabajadores, sus
familias y comunidades es algo que les es completamente indiferente.
Cierran fábricas como si se trataran de cajas de cerillas".
La intervención de Alan, traducida por Serge Goulart, fue recibida con entusiasmo por los trabajadores que después de la reunión continuaron comentándola.