Lunes 2 de junio de 2008 a las 19 horas
Salón de Actos del Club Amigos de la UNESCO de Madrid (CAUM)
Plaza de Tirso de Molina, 8. Metro Tirso de Molina
Con la participación de ALAN WOODS
En el mismo acto se presentará el nuevo libro de Alan Woods: Reformismo o revolución. Marxismo y socialismo del siglo XXI. Respuesta a Heinz Dieterich
Desde hace más de una década la revolución bolivariana ha sido referente para millones de trabajadores, campesinos y oprimidos de América Latina. La acción de las masas de este país se ha convertido en una fuente de inspiración para todos aquellos que luchamos por cambiar la sociedad y terminar con el caduco sistema capitalista. Para cualquier activista de la izquierda, por lo tanto, es una responsabilidad apoyar la revolución venezolana y luchar por su victoria.
Tres años de avances frente a los ataques del imperialismo y la oligarquía venezolana, sobre todo tras la derrota del golpe de estado de abril de 2002, parecía que la revolución había conjurado todos los peligros que la acechaban. La contundente victoria de Chávez en las elecciones presidenciales de diciembre de 2006 apuntalaba esta idea. Sin embargo, un año después, con la derrota en el referéndum constitucional del 2 de diciembre de 2007, se produce el primer tropiezo del campo revolucionario, poniendo de manifiesto lo que los marxistas hemos explicado a lo largo de todo este tiempo: si la revolución no se completa, si no avanza, si no se acaba con el dominio de la burguesía sobre la economía y el aparato del Estado, es posible que el proceso se revierta, es posible una vuelta atrás.
El resultado del 2 de diciembre no significa que la inmensa mayoría de los trabajadores y oprimidos de Venezuela hayan dejado de apoyar a Chávez, ni mucho menos que no estén preparados para el socialismo. Al contrario, las masas venezolanas lo que quieren son medidas decisivas y concretas para poder dar un giro decisivo en sus vidas y terminar con el capitalismo. Prueba de ello ha sido el apoyo entusiasta de la población a la nacionalización de la multinacional siderúrgica Sidor, el pasado 9 de abril. Esta decisión tiene una enorme trascendencia política y representa un punto de inflexión en el proceso revolucionario venezolano. Sidor no es una pequeña empresa en bancarrota tomada por el Estado, sino el suministrador fundamental de acero del país y el cuarto mayor productor de acero de América Latina.
Se ha abierto una nueva etapa en la revolución venezolana. La base del movimiento bolivariano y los sectores genuinamente revolucionarios están comprendiendo, por su propia experiencia, que la única manera de hacer frente al sabotaje económico y político contra la revolución es nacionalizando las palancas fundamentales de la economía, destruyendo el viejo aparato del Estado y sustituyéndolo por otro basado en la democracia obrera.