El viernes 10 de noviembre, 250 personas se aglomeraron en la Casa Museo León Trotsky en Coyoacán, Ciudad de México, para asistir a una reunión sobre el tema de la exitosa novela acerca del asesinato de Trotsky, El hombre que amaba a los perros, del célebre escritor cubano Leonardo Padura. La reunión fue excepcional.
La gran atracción de este evento fue la presencia del propio autor. Los otros oradores fueron Alan Woods, de la Corriente Marxista Internacional y editor de Marxist.com, y Esteban Volkov, nieto de León Trotsky y director del museo.
Tal era el grado de expectativa que el museo se encontró totalmente desbordado por la respuesta del público. Dos horas antes de la hora prevista para la reunión comenzó a formarse la cola. Pronto el espacio limitado dentro del museo estaba completamente lleno, con muchas personas de pie o sentadas en el suelo y las escaleras. Al final, muchos quedaron decepcionados. Probablemente había tantos afuera como aquellos que tuvieron la suerte de entrar.
El auditorio principal tiene capacidad para un máximo de cien personas, por lo que se colocaron asientos en la sala adyacente y se puso una pantalla para que se pudiera ver la reunión. Los oradores fueron presentados por el presidente, Dr. Rolando Tamayo y Salmorán. El primero en hablar fue, naturalmente, Leonardo Padura, que fue recibido con un entusiasta aplauso.
El escritor comenzó explicando que hacía tiempo que quería viajar a México para conocer a Esteban Volkov, quien aparece en su novela cuando era un niño llamado Sieva. Continuó explicando cómo llegó a interesarse por la vida y las ideas de Trotsky, el cual se había convertido en una nopersona, no solo en la URSS sino también en Cuba.
“Visité México por primera vez como periodista en la década de 1980. No sabía nada sobre Trotsky, pero visité el museo y vi la habitación donde fue asesinado. Me dejó una profunda impresión. Me pregunté cómo es posible que alguien que desempeñó ese papel en la Revolución y la Guerra Civil simplemente deje de existir.
“Fui a la biblioteca en La Habana y encontré dos libros sobre Trotsky. Uno se titulaba Trotsky el renegado y el otro Trotsky el traidor. Estas eran las únicas fuentes oficiales disponibles en Cuba en ese momento. Pero luego ocurrió algo extraordinario. El Muro de Berlín cayó y, después de eso, una gran cantidad de material que había estado escondido en los archivos de repente estuvo disponible”.
Leonardo entonces comenzó a estudiar la vida de Trotsky y gradualmente la idea de escribir una novela tomó forma en su mente. Fue a Rusia para investigar los archivos, pero se sorprendió al descubrir que no había nada en absoluto sobre el asesinato de Trotsky. Parece ser que Stalin siguió muy de cerca los planes para asesinar a su enemigo, y sus agentes le dieron informes diarios, pero una vez que los había leído, los quemaba. Un criminal experimentado elimina todos los vestigios de sus crímenes de esta manera.
En el centro de la planeada novela estaría el hombre que lo asesinó. Pero aquí las dificultades eran mucho mayores. Si bien la vida de Trotsky está muy bien documentada, no hay prácticamente nada acerca de su asesino, Ramón Mercader.
“Fui a Barcelona con la intención de ponerme en contacto con miembros de su familia, pero en todas partes me encontré con un muro de silencio. Finalmente, encontré a un médico [en Cuba] que había estado a cargo de radiografía cuando Mercader estaba recibiendo tratamiento. Estaba asombrado de conocer la verdadera identidad de su paciente, pero cuando le pregunté si estaría dispuesto a contarme algo sobre él, simplemente me dijo que no”.
Utilizando los fragmentos que tenía, Padura se vio obligado a usar su imaginación, además de comparaciones con casos similares para construir una imagen del “hombre que amaba a los perros”. El resultado es muy convincente, aunque Padura insiste en que “lo que tenemos aquí no es Ramón Mercader, sino solo un posible Mercader. Hay otras posibilidades”.
Al final de su discurso, Leonardo afirmó que, aunque él no era político y que su novela no tenía la intención de ser política, sin embargo, era consciente de que tenía serias implicaciones políticas.
Refiriéndose al centenario de la Revolución de Octubre, dijo que aquellos que llevaron a cabo esa Revolución lucharon por la misma utopía que ha impulsado a hombres y mujeres durante siglos. Luchaban contra la injusticia y la opresión para construir un mundo nuevo y mejor, basado en la igualdad. “Esa visión posteriormente degeneró y se convirtió en su contrario. Ha llegado la hora de ‘revivir la utopía’”. Con esta expresión, claramente se refería a los ideales originales de Octubre y a continuar la lucha para cambiar la sociedad.
Estos comentarios inspiradores de Leonardo Padura recibieron un aplauso entusiasta por parte de la audiencia, que era predominantemente joven, pero con una gran cantidad de veteranos. Fue seguido por Alan Woods, quien comenzó diciendo:
“En este mundo hay abundancia de libros: muchos malos, mediocres incluso más, también hay algunos libros que son buenos o, incluso, muy buenos. Pero hay muy pocas obras geniales. Considero que este libro entra en esa categoría”. La audiencia expresó su aprobación con fuertes aplausos.
Alan continuó justificando su afirmación señalando que era extremadamente difícil escribir una novela que fuera al mismo tiempo una buena obra de literatura y una explicación precisa y veraz de los acontecimientos históricos. Esta hazaña ha sido lograda por Leonardo Padura.
Alan dijo: “Cuando comencé a leer este libro, descubrí que no podía abandonar su lectura. Era apasionante desde la primera página hasta la última. El autor era claramente alguien muy familiarizado con el estilo de las novelas de detectives. Pero aquí tenemos una paradoja.
“En las novelas policíacas clásicas, por ejemplo, de Agatha Christie, solo descubres la identidad del asesino en la última página. Aquí, sin embargo, la identidad del asesino se conoce casi desde el principio. Entonces, ¿cómo se mantiene el suspense?
“Esto solo se puede hacer concentrándose en el drama psicológico de los personajes individuales. Esto lo hizo Dostoievski en su libro Crimen y castigo. Y creo que es posible comparar estas dos grandes obras”.
Habiendo tratado el aspecto literario, Alan procedió a tratar del tema, particularmente el significado de la última batalla de Trotsky:
“Algunos escritores superficiales, como Isaac Deutscher, han intentado menospreciar el último período de su vida en comparación con sus logros anteriores. Pero esa no fue la opinión del propio Trotsky que escribió en su Diario en el Exilio que este período fue el más importante en su vida, un período en el que su trabajo fue absolutamente indispensable”.
Alan explicó que Trotsky no luchaba por el poder, como algunos han intentado asegurar, sino para preservar las impecables tradiciones e ideas de Octubre: de la democracia obrera y del internacionalismo proletario:
“Y esa batalla la ganó, aunque a costa de su vida. ¿Quién habla ahora de Stalin, el Gran Líder? Su nombre está salpicado de sangre y barro, mientras que las ideas de Trotsky son más relevantes y esenciales hoy que nunca”.
Estas palabras fueron recibidas con enérgicos aplausos.
El último orador del día fue Esteban Volkov, quien se dirigió a la reunión con una voz fuerte y vibrante que no dejaba ver sus años. Defendió vigorosamente las ideas de Trotsky, atacó la falsificación estalinista de la historia y señaló al socialismo como la única forma de salir del pantano de la crisis capitalista.
Recordó cómo la difunta Celia Hart le había hablado muy bien de la novela El hombre que amaba a los perros, pero no podía imaginarse el enorme impacto y la extraordinaria recepción, resonancia e importancia histórica que tendría. Rara vez se ha escuchado una opinión tan apreciativa sobre una novela. Esteban Volkov, que vivió de niño en esa casa de la calle Viena en Coyoacán, dijo que independientemente de la importancia literaria del libro, Leonardo Padura nos muestra que es posible restablecer la verdad acerca del pasado que había sido tan mutilado y distorsionado. “¡Sí, se le puede dar vida al pasado!”, dijo. Recordó cómo su abuelo en esa casa respondió a sus adversarios a quienes conocía muy bien. Esteban Volkov concluyó con estas palabras:
“Se trata de una obra valiosa y digna la que Leonardo Padura ha llevado a cabo: haber ayudado a restaurar la memoria histórica de uno de los acontecimientos más importantes de la historia contemporánea, tal como es la revolución bolchevique de octubre de 1917, restableciendo el papel, junto con Lenin, de uno de sus principales protagonistas, el revolucionario ruso, León Trotsky, asesinado en este mismo lugar donde estamos reunidos hoy, por Joseph Stalin el 20 de agosto de 1940”.
Cuando Esteban terminó su emotivo discurso, la audiencia guardó silencio por un momento y a continuación estalló en aplausos. Fue un sincero homenaje al hombre que tanto ha hecho para mantener viva la memoria de Trotsky y sus ideas durante más de siete décadas.
Debido a la falta de tiempo y la necesidad de que Leonardo Padura firmara libros, no hubo posibilidad de continuar con una sesión de preguntas. Se formó de inmediato una larga cola de personas deseosas de obtener la firma del autor de El hombre que amaba a los perros. Se sirvió vino y aperitivos en el jardín donde muchas personas entusiasmadas, jóvenes y mayores, continuaron discutiendo lo que había sido una noche memorable.
Ciudad de México, 11 de noviembre de 2017