El año de espera durante el cual los estudiantes y el movimiento obrero de Chile pusieron a prueba al gobierno de la Nueva Mayoría y de Michelle Bachelet ha concluido. La remodelación del gabinete de gobierno no ha frenado las movilizaciones que se van profundizando en todos los frentes, así como la represión de los carabineros. La sociedad chilena está viviendo un periodo de profunda polarización.
La situación política
Acorralada por los escándalos de corrupción surgidos a raíz de las investigaciones al grupo Penta, el 11 de mayo Bachelet ha parcialmente reestructurado su gabinete de gobierno, sustituyendo a seis ministros, cambiando de cartera a tres y ratificando a los demás trece. El PS cedió dos ministerios, uno a la DC y otro al PCCh. DC y los socioliberalistas del PPD quedan con la mayoría del gobierno, todos los ministerios clave y la cabeza del comité político. Un reequilibrio con objetivos claros: tranquilizar a la clase dominante y garantizar la estabilidad del gobierno vinculando siempre más a este la izquierda de la Nueva Mayoría, mientras crece la movilización social.
Esta inclinación a derecha de Bachelet salió ulteriormente confirmada de la Cuenta Pública, el tradicional mensaje presidencial al Congreso del 21 de mayo. Bachelet ha defendido el programa de reformas de su gobierno, desoyendo las crecientes críticas de los sectores sociales. Ha llamado a un “acuerdo político amplio” para reformar la Constitución y restaurar la legitimidad institucional, lanzando un salvavidas a la Alianza, la coalición opositora de derecha gastada por los escándalos de corrupción. Ha reconocido que “el proceso de desaceleración de la economía que venía incubándose desde fines de 2012 ha sido más profundo y prolongado de lo esperado y puede amenazar nuestras oportunidades”, enumerando una serie de medidas para “reforzar aquellos sectores productivos que son prioritarios para Chile… como el turismo, la pesca, la agricultura y la minería”, todos – con la excepción de la estatal minera CODELCO – en manos de grandes monopolios privados.
Es esta la clave para interpretar la situación actual. El modelo “desarrollista” basado en la captación de inversión extranjera que Chile compartía con Brasil, se acabó con la crisis estructural del capitalismo, poniendo el dedo en la llaga de las desigualdades. Bachelet busca darse un perfil reformista a los ojos de las masas en fermento que la acredite como la mejor ejecutora de los planes de ajuste y de la pacificación social requeridos por la burguesía nacional y el capital financiero internacional. Sin embargo sus reformas tienen el carácter controvertido propio de esta época de crisis y resultan como cambios cosméticos que combinan muy pequeñas concesiones al clamor popular con el objetivo de reportar la creciente conflictividad social en los cauces legales y en un área de confort para la patronal, como en el caso de la limitación al derecho a la huelga incluida en la reforma laboral.
Crescendo estudiantil
Los escándalos de corrupción han en cambio reactivado las protestas latentes en las críticas a las contradicciones y dilaciones de las más esperadas reformas. Después de la primera manifestación el pasado 16 de abril, la movilización estudiantil sigue en crescendo, con marchas no autorizadas, ocupaciones y manifestaciones nacionales contra los intentos de mantener el lucro en la educación con diferentes artimañas. El 14 de mayo la movilización nacional convocó a alrededor de 150.000 entre estudiantes y profesores en la sola Santiago. El mismo día en Valparaíso, al finalizar la marcha, los jóvenes Exequiel Borvarán Salinas y Diego Guzmán Farías (este último militante de la Juventud Comunista) estaban pegando carteles en las paredes de una vivienda y fueron asesinados a balazos por el propietario. Un hecho aislado que pero demuestra la extrema polarización de la sociedad chilena.
El 20 de mayo un grupo de una trentena de estudiantes trató de colocar un lienzo que decía “clausurado” en el frontis del Congreso en Santiago, siendo detenidos por carabineros. El 21 de mayo, mientras Bachelet pronunciaba su discurso, en los alrededores del Congreso hubo manifestaciones reprimidas por los carabineros. Nuevamente en Valparaíso un joven estudiante universitario, Rodrigo Avilés Bravo, es impactado por un chorro de los carros lanza-aguas de carabineros y cae violentamente al suelo. Sigue luchando entre la vida y la muerte. Otra trentena de los que participaban a la misma marcha, a la cual adhería la CUT, fueron detenidos. Hoy, 28 de mayo, nuevas y masivas manifestaciones se convocaron en repudio a la represión.
Ascenso de la lucha de clases
Junto a las movilizaciones estudiantiles hay una lista bastante larga de huelgas con siempre mayor radicalidad. Los funcionarios de la Aduana están en paro general indefinido, algo no muy frecuente en Chile. Esta huelga, activamente respaldada por los funcionarios de las Aduanas de todos los países del MERCOSUR, ha también reactivado las tensiones diplomáticas con Bolivia. El Colegio de Profesores ha anunciado una huelga general indefinida desde el primero de junio en rechazo al Plan Nacional Docente (proyecto de reforma del magisterio), sin embargo en algunas regiones del país la huelga ya ha comenzado hace un par de semanas. De igual manera pueden enumerarse las huelgas del sector salud, de recolectores de basura etc.
Esta combatividad no se limita al sector público: desde mediado de abril hay y ha habido huelgas de mineros, portuarios, trabajadores de la pesca, fabriles etc. Particularmente significativas porque de sectores donde las fuertes presiones laborales y la precarización se combinan a escasas tradiciones sindicales, son las huelgas en empresas de servicios como la multinacional Starbucks, Brinks, Prosegur y de trabajadores de supermercados. Este ascenso de la lucha de clases es expresión de una confianza de la clase trabajadora en sí misma que ha empezado a crecer desde los espaldarazos dados al gobierno de Piñera y ha encontrado mayor empuje en el debate sobre la reforma laboral y en las presiones de la crisis.
¡Huelga general! ¡Asamblea Constituyente y revolucionaria!
Habría suficiente material inflamable como para convocar a una huelga general que responda a la exigencia de unificar los frentes de lucha. La dirección de la CUT sigue la estrategia del PC de contener las movilizaciones en un horizonte de condicionamiento del gobierno, sin embargo la presión desde abajo empieza a crecer y resulta siempre más claro que la tarea asumida por Bachelet es la de salvar al régimen en crisis maquillándolo. Es inevitable que el apuntalar este proyecto conservador lleve en un determinado momento la dirección del PC y de la CUT a enfrentarse con el movimiento y a ser arrastradas en la crisis general.
Las mismas movilizaciones ofrecen en la idea de una Asamblea Constituyente un terreno de unidad que la CUT debería adoptar. La clase dominante chilena ya trata de apoderarse y poner su sello sobre este reclamo a través de un frente parlamentario amplio que está encontrando en el ex presidente Lagos, dirigente del PPD, su portavoz. Pese a ello existen todas las condiciones para hacer de la lucha por una Asamblea Constituyente el aglutinador de las movilizaciones sociales que se necesita, y esto es dándole un contenido revolucionario: que sea convocada y elegida sin la mediación de partidos y que plantee todas aquellas medidas democráticas, económicas como nacionalizaciones etc. que sirvan para que los corruptos y sus amos paguen por la crisis.