El cómputo oficial del voto no ha concluido todavía y sólo esto podrá disipar la incertidumbre sobre algunos resultados. Sin embargo, el cuadro multicolor pintado por las elecciones subnacionales del pasado domingo está grosso modo claro: el MAS pierde en gobernaciones clave y en todas las ciudades más pobladas del país, además de varios municipios intermedios, que en su mayoría gobernaba. Esto se llama derrota y no es buscando eufemismos o pañuelos calientes como podrán entenderse sus razones.
El voto departamental
Por lo que concierne a las gobernaciones, hay algunos resultados que parecen irreversibles por las amplias diferencias relevadas en los conteos rápidos en boca de urna. Al MAS irían las gobernaciones de Cochabamba, Oruro, Pando y Potosí. Rubén Costa y el MDS (derecha) ganarían con una cómoda mayoría de 2/3 en Santa Cruz. En Tarija se espera el resultado oficial para saber si el ex diputado de Convergencia Nacional Adrián Oliva gana sin segunda vuelta. Oliva lleva una ventaja amplia sobre el candidato del MAS, en el gobierno hasta ayer en el departamento con el más alto presupuesto del país. A favor de Oliva juegan tanto el rechazo al candidato masista, el abogado Pablo Canedo, ex-activo autonomista de la Media Luna famoso además por una “poética” composición musical en que cantaba “me cago en el MAS”, como la presencia del dirigente campesino y ex diputado masista Luis Alfaro que restará votos al MAS en las áreas rurales.
En Chuquisaca las encuestadoras pronostican una inevitable segunda vuelta. Sin embargo con la mitad de las actas ya computadas el ex dirigente de la CSUTCB Damian Condori, candidato en ruptura con el MAS, suma ya el 52%, con 15 puntos y 18 mil votos de ventaja sobre el candidato del MAS a la reelección, Esteban Urquizo. En el Beni, los conteos rápidos en boca de urna acreditaban una victoria parcial del candidato del MAS Alex Ferrier, latifundista y ex MNR, cuya postulación – como fue reconocida por él mismo – se debe al Ministro Quintana, ex adenista y actual plenipotenciario del MAS en las regiones amazónicas, donde evidentemente trabaja para reemplazar los viejos aparatos de poder manteniendo sus estructuras. Sin embargo con el 13% de las actas escrudiñadas el candidato de NACER – aliado de último momento a la UD del inhabilitado Suarez – está ganando con una ventaja de 6 mil votos y 6 puntos porcentajes, insuficiente como para evitar una segunda vuelta.
Finalmente, el MAS pierde la gobernación de La Paz, hasta ahora su bastión, que le es arrancada por una alianza entre la agrupación ciudadana del alcalde paceño SOL.BO y Tercer Sistema del ex ministro de educación del gobierno Morales, el sociólogo aimara Felix Patzi. Esta es sin duda la derrota más dolorosa y políticamente significativa. Además, Patzi que nunca ha hecho misterio de sus ambiciones a la silla presidencial, ha declarado haber ganado contra el mismo Morales, aludiendo a la presencia constante del presidente en la campaña por esta gobernación. Tomando en cuenta que la oposición podría unirse en caso de segunda vuelta en Chuquisaca y Beni, el cuadro final podría ser que el MAS, que hasta ayer gobernaba en 7 de las 9 gobernaciones, se quede con las 4 donde venció, incluso resignando votos, como en Potosí.
Las municipales
Peor aún se pinta el cuadro en las municipales. El MAS pierde en casi todas las ciudades más pobladas del país y en 7 de las 9 capitales departamentales, mientras en las últimas dos (Potosí y Sucre) lleva una ventaja mínima sobre sus directos opositores. En La Paz, el MAS queda atrás del reelecto alcalde Revilla (SOL.BO) entregándole esta vez una mayoría de 2/3 en el Concejo Municipal. En Santa Cruz de la Sierra, según los datos preliminares, el relativo declive del cuestionado alcalde Percy Fernández – apoyado también por tránsfugas transitados en el MAS, como Romy Paz – no es aprovechado por el MAS que perdería puntos respecto al 2010.
El MAS perdería en capitales y ciudades intermedias donde gobernaba, como Cobija, Quillacollo, Villazón, La Guardia etc. Pierde donde había llegado al gobierno cooptando a alcaldes opositores como Oruro o Yacuiba, donde postulaba a Carlos Bru Cravero, ex opositor, alcalde desde 2006 y autodefinido “el empresario más potentado de la región”. Pierde donde estaba en la oposición como Trinidad. Y sobre todo pierde en las ciudades símbolo del “proceso de cambio” y sus antiguas fortalezas como El Alto, principalmente, y Cochabamba, la ciudad de la guerra del agua donde gana un “Demócrata” directamente involucrado en la matanza de campesinos de 2007.
Cuando falta menos de un tercio de las actas electorales, el MAS estaría conquistando por primera vez la Alcaldía de Sucre, pero con una estrecha mayoría relativa que deja el Concejo Municipal en la ingobernabilidad. En Potosí las cosas son iguales o incluso peor. El MAS gana por primera vez la alcaldía pero con una mayoría del 31%, con un caudal de votos inferior a 2010, que se traduce en un concejal menos y con, en frente, dos fuerzas opositoras que le quedan a poco menos de dos puntos y son mayoría en el Concejo. Este es el precio por haber representado en la Villa Imperial la conservación en vez del cambio, cooptando al viejo alcalde Joaquino y parte de su AS sin entender – ni con la pérdida de votos en las nacionales – que el declive de éste se debía no solo a la irrupción del MAS sino al despertar de un pueblo que en la búsqueda de su desarrollo quiere enterrar el modelo de gestión prebendal y corporativo-vecinal del AS.
La oposición que gana
Una de las constantes de la interpretación oficial del voto del domingo es la de ver en estos comicios la reconfirmación del MAS como única fuerza política de dimensión nacional. Es cierto, pero lo era también antes del domingo ya que la del MAS ha sido la única sigla que postulaba en todo el territorio; muy poco por celebrar. La oposición que ha ganado las elecciones es variada y dividida, pero esto no es un límite insuperable a futuro; ¿Quién habría imaginado a Rebeca Delgado – ex “librepensante” del MAS – al lado de un conocido extremista de derecha como el elegido alcalde de Cochabamba? ¿O a Alejando Almaraz, ex viceministro de tierra y opositor desde una línea indigenista y ecologista, al frente de una alianza empernada en el partido del cementero Doria Medina? ¿O a Felix Patzi con el núcleo de poder de la construcción y la finanza que gira alrededor de Revilla y que ha hecho del municipio paceño el más endeudado del país? ¿O al MNR – único reducto del viejo régimen – ganar concejalías y alcaldías?
La realidad es que en muchos casos la oposición ha preferido correr desunida para contarse y valorizar candidaturas como la de Soledad Chapetón, nueva alcaldesa de El Alto, claramente identificada con UN. Pero las raíces de este variado frente que gana las elecciones están en la oposición nacional de octubre pasado que se toma su revancha y en lo que ha sido alejado por el MAS. No emerge en este cuadro opositor ningún “liderazgo” nuevo o de dimensión nacional, tal vez con la parcial excepción de la misma Chapetón, de Damian Condori, Patzi y de Costas, que seguramente veremos muy mimados por los medios. Pero en el MAS las cosas van peor y el empujón anímico que la oposición recibe en esta primera derrota electoral del MAS es una seria advertencia para lo que pueda ocurrir en adelante.
¿Es una derrota?
En rueda de prensa Evo Morales exigía a los periodistas no mostrar los resultados como una derrota, asegurando, como ya lo había hecho el vicepresidente García Linera, que una vez que lleguen los resultados oficiales se verá un avance del MAS en todos los municipios. Es cierto que no se pueden proyectar los resultados de los votos en los principales centros urbanos sobre el área rural. Pero se ha perdido en casi todos los centros urbanos más grandes, a diferencia de 2010.
Además, es también cierto que en muchísimos municipios rurales de Bolivia había agrupaciones ciudadanas formadas al calor de divergencias con dirigentes locales y nacionales del MAS que encierran una contestación más profunda a la línea del gobierno, particularmente en el tema agrario y de gestión democrática del propio instrumento (MAS), y no dejan presagiar nada bueno. A manera de ejemplo podemos citar la provincia Linares de Potosí, donde una agrupación ciudadana local formada a partir de ayllus originarios ha ganado en los municipios de Puna y Caiza – que suman una población de más de 50 mil habitantes – antes gobernados por el MAS. Ejemplos similares de los que tenemos noticia hay también en Oruro, Chuquisaca y La Paz, principalmente.
Otros han minimizado recordando que también en 2010 el MAS no reconfirmó su caudal electoral de la histórica elección de 2009. Al respecto se debe aclarar que una cosa es la confianza que el grueso del pueblo sigue reponiendo en Evo Morales, otra distinta es cómo percibe a su entorno y al MAS. En 2009, la suma de votos de los candidatos uninominales del MAS representó el 69% de los votos a Evo, porcentaje que subió al 72% en 2014 producto, como analizamos, de un partido más enraizado en el territorio pero de manera clientelar y con divisiones internas. Este voto al MAS (no a Evo) en las nacionales y subnacionales de 2009, 2010 y 2014 fue constante entre 1,9 y 2,1 millones de votos pero decreció paulatinamente del 40 al 35 por ciento del electorado empadronado. Y en estas elecciones vamos hacia un probable mínimo histórico de la confianza de la juventud, el pueblo pobre y trabajador hacia el MAS.
Con respecto al pasado octubre estas subnacionales han confirmado de manera dramática la resignación de votos en el Occidente y no han confirmado el parcial avance electoral en el Oriente. Podemos entender el intento de Evo Morales de amortiguar el golpe y enfriar los ánimos de la derecha, en previsión además de algunas segundas vueltas. Pero cuando analizamos estos resultados debemos llamar las cosas por su nombre, sin buscar consuelos o justificaciones cómodas. Esta fue una derrota, simbólica y numéricamente importante, de la cual ningún luchador social o autentico revolucionario puede alegrarse pensando en ganar espacio en las grietas abiertas, porque, y por las mismas razones que la explican y el papel que juega este partido, esta llamada “crisis de hegemonía del MAS” tuvo una salida hacia la derecha.
¿Partido o movimiento?
En un discurso asumido como “conciliador” por la mayoría de los analistas, el vicepresidente García Linera atribuía la derrota a las “debilidades de los liderazgos locales”. El propio Evo Morales hablaba de “voto castigo contra la corrupción” y de “candidaturas desatinadas”. Aunque sus discursos toquen algunos temas reales, esta manera de descargar responsabilidades y críticas fuera del gobierno y de la dirección del partido nos parece la peor manera de afrontar la cuestión. En primer lugar porque no es un misterio para nadie que es desde el gobierno y la dirección del partido que, hace tiempo, se busca cooptar personeros del aparato político de la derecha en desbande, así como del empresariado. En segundo lugar porque ha habido responsabilidades directas de ministros en la promoción, defensa y hasta imposición de algunas candidaturas. En tercer lugar porque en juego no está la infalibilidad de uno u otro dirigente, sino la lucha de la clase obrera, del movimiento campesino e indígena y de la juventud de nuestro país.
El MAS surgió en medio de una crisis económica e institucional y un vacío político dramáticos. Un dirigente cocalero, empujado a la lucha por los abusos de los agentes de la DEA y la UMOPAR, se ganó el apoyo incondicional de su base convirtiéndose primero en el diputado más votado y luego en el blanco de los ataques de todos los partidos del viejo régimen, del Estado y hasta de la Embajada. Esta “cobertura mediática” y su discurso social radical hicieron que alrededor de él, de Evo Morales, se cristalizase un proyecto político que reivindicaba el poder para los pueblos y los trabajadores de Bolivia. El primer paso de este proyecto político fue la constitución de un “movimiento” nuevo, que pretendía combinar el liderazgo personal de Evo Morales con una “democracia horizontal” entre los movimientos sociales, que, constituyéndose en la fuerza real de la organización vaciaban al mismo tiempo de significado real la militancia en ésta.
Ya de por sí, y como era inevitable, este modelo replicado en cascada ha ido conformando una burocracia que, maniobrando entre y al interior de los movimientos sociales, apoyándose alternativamente en uno y otro, dividiéndolos e inventándose otros, ha contribuido generar a un ambiente de democracia interna puramente formal. Y en los mismos movimientos sociales se ha premiado la lealtad al jefe de turno y el prorroguismo en vez de la autónoma capacidad de representación de demandas sociales. Todo esto, combinado con el poder, es un caldo de cultivo de la corrupción. Y esto es, por ejemplo, lo que ha ocurrido en El Alto, donde la COR y FEJUVE, que habrían designado a Patana, son subordinadas a intereses de algunos dirigentes prorrogados con métodos mafiosos (como el de los gremiales) o divididas por la lucha de poder. En fin; se han reproducido los defectos de los partidos tradicionales sin ninguna de sus virtudes.
Todo esto no es novedad para todos aquellos sectores de la base social y juvenil del MAS que frente al, tal vez, inesperado golpe electoral, reclaman una reingeniería orgánica del instrumento (MAS) y de acabar con la práctica de los “invitados”. Esta reorganización interna solo es posible eliminando los privilegios de dirigentes del movimiento y las organizaciones sociales, y centrándose en la militancia, en su libertad de crítica y su concreto activismo social por la construcción del instrumento, así como en su derecho, basado en el principio de “una cabeza un voto”, de definir no solo candidaturas sino también el curso de las políticas públicas.
El fracaso de la colaboración de clases
Pero ni esto es realmente suficiente. ¿Acaso Patana, Felipa Huanca, Reymi Ferreira, Ana Lucía Reis y otros: eran invitados? ¿No era en cambio un invitado Cervantes con el cual el MAS ha ganado la alcaldía potosina? La realidad es que estas elecciones ofrecen argumentos a todos y si la reflexión se queda en el tema de las candidaturas o de una corrupción que no se explica, no hay salida a la búsqueda de comprensión de lo que ha ocurrido. Esto porque el problema de fondo es político y no organizativo, y como tal debe ser afrontado.
Un partido como el MAS puede triunfar electoralmente, formar auténticos liderazgos sociales locales y evitar recurrir a “invitados” sólo con la movilización constante de las masas. Para que ésta se mantenga y el proyecto político del MAS sea creíble es necesario que los sectores más avanzados del movimiento revolucionario obrero y campesino se reconozcan incondicionalmente en la acción de gobierno y del partido, encontrando en ellos la posibilidad de avanzar en el terreno de las conquistas sociales y democráticas, así como de la organización.
En cambio, mientras el gobierno y el MAS coquetean con personeros de la derecha al desbande, cooptándolos, y con empresarios y agroindustriales, ofreciéndoles garantías y una representación política que perdieron, las principales demandas de las bases campesina e indígena son postergadas y el vicepresidente dicta conferencias magistrales interrogándose sobre las dificultades de sindicalización en un contexto de elevada precariedad laboral, olvidando que el gobierno del que es parte podría promulgar leyes en contra de este flagelo en vez de limosnear inversiones al sector privado.
Sin una adecuada movilización social de los sectores de vanguardia, es inevitable que las clases medias empiecen a reflejar en su voto la inercia general de la sociedad, por cuantos teleféricos se construyan a su alrededor. ¿Es hoy el MAS capaz de esta movilización? Seguramente que sí, pero no por un tiempo indefinido y seguramente no a través de la búsqueda de la colaboración de clases, sino rompiendo con ésta, lo cual es responsabilidad primaria de la COB y de su dirección. Tampoco se podrá si se siguen sujetando las transformaciones sociales a los límites del Estado burgués y su estructura económica que son, en última instancia, lo que repelen y apartan a las masas de la participación democrática real, porque están diseñadas exactamente para esto.
Visto desde una óptica democrático burguesa, de hecho, lo que ha ocurrido el domingo es algo absolutamente normal; un periódico reequilibrio y alternancia de poderes políticos que no afecta a la estructura económica real. Si el objetivo es reformar el capitalismo, pues a esto antes o después había y hay que acostumbrarse. Los que en cambio no tenemos al socialismo como el traje guardado sólo para los desfiles cívicos electorales, extraemos del domingo la lección del enésimo fracaso de toda teoría que postule la posibilidad de “acumular fuerzas”, “hacer hegemonía” o “llevar la democracia a sus límites antes del socialismo”, aceptando y garantizando las reglas del juego burgués.
La relativa recuperación de la derecha a un nivel nunca registrado en los pasados diez años, es una derrota simbólica y numéricamente dolorosa para el movimiento revolucionario, obrero y campesino, pero en absoluto decisiva. Se trata sin embargo de una advertencia importante si somos conscientes que tenemos al frente periodos difíciles, donde las condiciones económicas que permitieron lograr un cierto equilibrio social y político, nacional e internacionalmente, ya no están presentes. Para nosotros este es un motivo más para esforzarnos por estar dentro de cualquier lucha contra la colaboración de clases y la avanzada de la derecha, cualquiera que sea su disfraz, defendiendo el programa por la liquidación del Estado burgués y de su estructura económica de clase. Es así que expresamos nuestra lealtad a la lucha de nuestro pueblo.
Lucha de clases (Bolivia) - 01 de Abril de 2015