En este artículo abordamos las Tesis sobre la cuestión nacional y colonial, elaboradas por Lenin para el II Congreso de la Tercera Internacional Comunista, celebrado entre el 19 de julio y el 7 de agosto de 1920. Pese a haber sido escritas hace casi 100 años, sus ideas y posiciones continúan siendo totalmente vigentes. Esto es así porque aunque el capitalismo se haya desarrollado de manera espectacular desde que Lenin presentara sus Tesis, son las mismas leyes las que rigen el sistema: la explotación de los trabajadores por el capital para la substracción de la plusvalía y la dominación mundial del capital financiero. La aplicación práctica de estas tesis sentó las bases para el establecimiento de partidos comunistas de masas en China, India, Vietnam, Oriente Medio, etc. que jugaron un papel decisivo en las luchas de liberación nacional de estas naciones.
La dominación y opresión de una minoría sobre la mayoría de la población se esconde detrás de la democracia burguesa, un tipo de organización social basada en la idea de la “igualdad” entre personas. La burguesía agita esta idea apoyándose en el sufragio universal, la libertad de expresión, etc., obviando el hecho de que no existe igualdad entre un empresario y un trabajador, entre un explotador y un explotado, entre un opresor y un oprimido. Desde un punto de vista materialista, vemos que la democracia burguesa es una abstracción de la realidad, una idea formal para defender los privilegios de la clase dominante. Como dice Lenin: “El verdadero sentido de la reivindicación de la igualdad no consiste sino en exigir la supresión de las clases.” Es sobre esta base que el proletariado debe luchar contra su propia burguesía nacional y contra la burguesía internacional.
Internacionalismo y anti-imperialismo
El sistema capitalista actual depende del mercado mundial, una fuerza que se impone sobre cualquier nación. El desarrollo del mercado mundial ha establecido interdependencias profundas entre todas las burguesías nacionales, creando y desarrollando paralelamente la unión del proletariado internacional en la producción. Consecuentemente, la lucha por la revolución socialista debe ser internacional, y los intereses particulares de la lucha proletaria en un país deben estar subordinados a los intereses de esta lucha a escala mundial. Es más, como explica Lenin: “que la nación que triunfa sobre la burguesía sea capaz y esté dispuesta a hacer los mayores sacrificios nacionales en aras del derrocamiento del capital internacional.”
El objetivo fundamental de la Internacional Comunista debe consistir en unir a las masas trabajadoras y oprimidas para el derrocamiento del capitalismo. Esta lucha debe tener como base la igualdad verdadera, es decir, una base material, y la unión voluntaria entre naciones. En sus inicios, esta unión tomará forma de federación: “la forma de transición hacia la unidad completa de los trabajadores de las diversas naciones.”
La clase obrera en la cuestión nacional y colonial
En la lucha contra la democracia burgesa y la igualdad abstracta, la Internacional debe participar moral y materialmente en las luchas nacionales y coloniales, explicando pacientemente que el régimen socialista “es el único capaz de proporcionar realmente la igualdad de derechos de las naciones, al unificar primero al proletariado y luego a toda la masa de los trabajadores en la lucha contra la burguesía”.
Lenin explica que la vanguardia de la clase trabajadora debe participar enérgicamente en las luchas democrático-burguesas por la liberación nacional, aliándose temporalmente con la democracia burgesa sin fusionarse con ésta y manteniendo siempre su independencia política. Esta política debe combinar la lucha contra el imperialismo con la lucha contra la democracia burgesa nacional, que teme más a las masas enérgicamente activas que a sus amos imperialistas. De este modo, la Internacional proletaria educa y curte a los trabajadores de la nación oprimida en no depositar ninguna confianza sobre la democracia burguesa autóctona. La reciente lucha por la Republica Catalana dirigida por los partidos pequeño-burgeses de JxCat y ERC pone de relieve la corrección de esta estrategia. Estos dirigentes han demostrado que no son capaces de cumplir esta tarea revolucionaria por su carácter de clase, y que por tanto es solo el proletariado quien la puede conquistar y defender.
En definitiva, sólo sobre la base del internacionalismo se podrá derrocar al capitalismo. Los países imperialistas mantienen su poder en gran parte gracias a la sobre explotación de los trabajadores de las naciones que dependen de ellos. Consecuentemente, la vanguardia del proletariado tiene el deber de luchar no sólo contra su propia clase dominante sino luchar también por la liberación nacional de los países oprimidos; de esta forma se creará la unión necesaria de las masas oprimidas y se luchará de manera efectiva contra la base material del imperialismo.
Lamentablemente, la degeneración estalinista desde finales de los años 20 hizo revivir la teoría de las dos etapas menchevique dentro de la Internacional Comunista, y la adopción de una estrecha perspectiva nacionalista, convirtiendo en la práctica a muchos partidos comunistas de las naciones coloniales o excoloniales en meros apéndices de la burguesía nacional, malogrando en dichas naciones la transformación de la lucha antiimperialista en revolución socialista. O, como en el caso de China o Vietnam, la revolución fue articulada a través de guerrillas campesinas, dejando a un lado al proletariado, con el resultante de Estado obreros burocráticamente deformados que, a la postre, terminaron implicándose en la economía de mercado y convirtiéndose en países capitalistas.
Tesis sobre la cuestión nacional y colonial (Extractos)
II Congreso de la IC, julio-agosto 1920
1.- A la democracia burguesa le es propio un modo abstracto o formal de plantear el problema de la igualdad en general, incluyendo la igualdad nacional. A título de igualdad de la persona humana en general, la democracia burguesa proclama la igualdad formal o jurídica entre el propietario y el proletario, entre el explotador y el explotado. La idea de la igualdad, que en sí misma constituye un reflejo de las relaciones de la producción mercantil, viene a ser en manos de la burguesía un arma de lucha contra la supresión de las clases bajo el pretexto de una igualdad absoluta de las personas. El verdadero sentido de la reivindicación de la igualdad no consiste sino en exigir la supresión de las clases.
2.- De acuerdo con su tarea fundamental de luchar contra la democracia burguesa, los partidos comunistas deben, en lo referente al problema nacional, centrar también su atención:
- a) En apreciar con toda exactitud la situación histórica concreta y, ante todo, la situación económica.
- b) Diferenciar con toda nitidez los intereses de las clases oprimidas y el concepto general de los intereses de toda la nación en su conjunto, que no es más que la expresión de los intereses de la clase dominante.
- c) Asimismo deben dividir claramente las naciones en: naciones dependientes, sin igualdad de derechos, y naciones opresoras, explotadoras.
3.- La guerra imperialista de 1914-1918 ha puesto de relieve con particular claridad ante todas las naciones y ante las clases oprimidas del mundo entero la mendacidad de la fraseología democrático-burguesa mediante los tratados.
4.- La base de toda la política de la Internacional Comunista, en lo que al problema nacional y colonial se refiere, debe consistir en acercar a las masas proletarias y trabajadoras de todas las naciones y de todos los países para la lucha revolucionaria común por el derrocamiento de los terratenientes y de la burguesía, ya que sólo un acercamiento de esta clase garantiza el triunfo sobre el capitalismo, sin el cual es imposible suprimir la opresión nacional y la desigualdad de derechos.
5.- La situación política mundial ha planteado ahora en la orden del día la dictadura del proletariado, y todos los acontecimientos de la política mundial convergen de un modo inevitable en un punto central, a saber: la lucha de la burguesía mundial contra la República Soviética de Rusia, que de un modo ineluctable agrupa a su alrededor, por una parte a los movimientos soviéticos de los obreros de vanguardia de todos los países, y, por otra, a todos los movimientos de liberación nacional de los países coloniales y de las nacionalidades oprimidas, que se convencen por amarga experiencia de que no existe para ellos otra salvación que el triunfo del poder de los sóviets sobre el imperialismo mundial.
6.- Es preciso desarrollar una política que lleve a cabo la unión más estrecha entre los movimientos de liberación nacional y colonial con la Rusia soviética, haciendo que las formas de esta unión estén en consonancia con los grados de desarrollo del movimiento comunista en el seno del proletariado de cada país o del movimiento democrático-burgués de liberación de los obreros y campesinos en los países atrasados o entre las nacionalidades atrasadas.
7.- La federación es la forma de transición hacia la unidad completa de los trabajadores de las diversas naciones.
8.- En este sentido la tarea de la Internacional Comunista consiste en seguir desarrollando estas nuevas federaciones que surgen sobre la base del régimen y del movimiento soviéticos. Al reconocer la federación como forma de transición hacia la unidad completa, es necesario tender a estrechar cada vez más la unión federativa, teniendo presente:
a) Que sin una alianza estrecha de las repúblicas soviéticas es imposible salvaguardar la existencia de éstas dentro del cerco de las potencias imperialistas del mundo, incomparablemente más poderosas en el plano militar.
b) Que es imprescindible una alianza económica estrecha de las repúblicas soviéticas para la restauración de las fuerzas productivas destruidas por el imperialismo y para asegurar el bienestar de los trabajadores.
c) La tendencia a crear una economía mundial única formando un todo, regulada según un plan general por el proletariado de todas las naciones, tendencia que ya se ha revelado con toda nitidez bajo el capitalismo.
9.- En el terreno de las relaciones internas del estado, la política nacional de la Internacional Comunista no puede circunscribirse a un simple reconocimiento formal, puramente declarativo de la igualdad de las naciones.
No sólo en toda su obra de agitación y propaganda (tanto desde la tribuna parlamentaria como fuera de la misma) deben los partidos comunistas desenmascarar implacablemente las violaciones continuas de la igualdad jurídica de las naciones y de las garantías de los derechos de las minorías nacionales en todos los estados capitalistas, sino que deben también explicar constantemente que el régimen soviético es el único capaz de proporcionar realmente la igualdad de derechos de las naciones, al unificar primero al proletariado y luego a toda la masa de los trabajadores en la lucha contra la burguesía; es imprescindible que todos los partidos comunistas presten una ayuda directa al movimiento revolucionario en las naciones dependientes o en las que no gozan de derechos iguales (por ejemplo en Irlanda, entre los negros en Estados Unidos, etc.) y en las colonias.
Sin esta última condición, de suma importancia, la lucha contra la opresión de las naciones dependientes y de los países coloniales, lo mismo que el reconocimiento de su derecho a separarse y formar un estado a parte, sigue siendo un rótulo embustero.
10.- El reconocimiento verbal del internacionalismo y su sustitución efectiva, en toda la propaganda, agitación y en la labor práctica por el nacionalismo y el pacifismo pequeñoburgués es un gran mal. La lucha contra este mal, contra los prejuicios nacionales pequeñoburgueses más arraigados, adquiere tanta mayor importancia cuanto mayor es la palpitante actualidad de la tarea de transformar la dictadura del proletariado, convirtiéndola de nacional en internacional. El nacionalismo pequeñoburgués proclama como internacionalismo el mero reconocimiento de la igualdad de derechos de las naciones, y nada más, en tanto que el internacionalismo proletario exige:
a) La subordinación de los intereses de la lucha proletaria en un país a los intereses de esta lucha a escala mundial.
b) Que la nación que triunfa sobre la burguesía sea capaz y esté dispuesta a hacer los mayores sacrificios nacionales en aras del derrocamiento del capital internacional.
Así, en los estados ya completamente capitalistas en los que actúan partidos obreros que son la verdadera vanguardia del proletariado, la tarea esencial y primordial consiste en luchar contra las desviaciones oportunistas, pequeñoburguesas y pacifistas de la concepción y de la política del internacionalismo.
11.- En lo referente a los estados y a las naciones más atrasados, donde predominan las relaciones feudales, patriarcales o patriarcal-campesinas, es preciso tener presente:
a) La obligación de todos los partidos comunistas de ayudar al movimiento democrático-burgués de liberación en esos países: el deber de prestar la ayuda más activa incumbe, en primer término a los obreros del país del cual, en el sentido colonial o fnanciero, depende la nación atrasada
b) La necesidad de luchar contra el clero y los demás elementos reaccionarios y feudales que ejercen influencia en los países atrasados.
c) La necesidad de luchar contra el panislamismo y otras corrientes de esta índole que tratan de combinar el movimiento de liberación contra el imperialismo europeo y norteamericano con el fortalecimiento de las posiciones de los kanes, de los terratenientes, de los mulás, etc.
d) La necesidad de apoyar especialmente el movimiento campesino en los países atrasados contra los terratenientes, contra la gran propiedad territorial, contra toda clase de manifestaciones o resabios del feudalismo, y esforzarse por dar al movimiento campesino el carácter más revolucionario, realizando una alianza estrechísima entre el proletariado comunista de la Europa Occidental y el movimiento revolucionario de los campesinos de Oriente, de los países coloniales y de los países atrasados en general.
e) La necesidad de luchar resueltamente contra los intentos hechos por los movimientos de liberación de adoptar el color del comunismo. La Internacional Comunista debe apoyar los movimientos revolucionarios en los países coloniales y atrasados, sólo a condición que los elementos de los futuros partidos proletarios se agrupen y se eduquen en todos los países atrasados en la conciencia de la misión especial que les incumbe: luchar contra los movimientos democrático-burgueses dentro de sus naciones; la Internacional Comunista debe sellar una alianza temporal con la democracia burguesa de los países coloniales y atrasados, pero no debe fusionarse con ella y tiene que mantener incondicionalmente la independencia del movimiento proletario incluso en sus formas más embrionarias.
f) La necesidad de explicar infatigablemente y desenmascarar continuamente ante las grandes masas trabajadoras de todos los países, sobre todo ante los proletarios, el engaño que utilizan sistemáticamente las potencias imperialistas, las cuales, bajo el aspecto de estados políticamente independientes, crean en realidad estados desde todo punto de vista sojuzgados por ellos en el sentido económico, financiero y militar. En la situación internacional presente no hay para las naciones dependientes y débiles otra salvación que la Federación de Repúblicas Soviéticas.
12.- La opresión secular de las nacionalidades coloniales y débiles por las potencias imperialistas ha dejado entre las masas trabajadoras de los países oprimidos no sólo un rencor, sino también una desconfianza hacia las naciones opresoras en general, incluyendo al proletariado de estas naciones. Por otra parte, cuanto más atrasado es un país tanto más pronunciados son los prejuicios pequeñoburgueses más arraigados: el egoísmo nacional, la estrechez nacional. La extinción de esos prejuicios es necesariamente un proceso muy lento, puesto que sólo pueden desaparecer después de la desaparición del imperialismo y el capitalismo en los países avanzados y una vez que cambie radicalmente toda la base de la vida económica de los países atrasados. De ahí surge el deber, para el proletariado comunista consciente de todos los países, de demostrar circunspección y atención particulares frente a las supervivencias de los sentimientos nacionales en los países y en las nacionalidades que han sufrido una prolongadísima opresión; asimismo es su deber hacer ciertas concesiones con el fin de apresurar la desaparición de esa desconfianza y esos prejuicios. La causa del triunfo sobre el capitalismo no puede tener su remate eficaz si el proletariado, y luego todas las masas trabajadoras de todos los países y naciones del mundo entero, no demuestran una aspiración voluntaria a la alianza y a la unidad.
Tesis suplementarias
1.- La determinación exacta de las relaciones de la Internacional Comunista con el movimiento revolucionario en los países que están dominados por el imperialismo capitalista es uno de los problemas más importantes.
2.- Las colonias constituyen una de las principales fuentes de las fuerzas del capitalismo europeo. Inglaterra, fortaleza del imperialismo, es víctima de la sobreproducción desde hace más de un siglo. Sólo conquistando territorios coloniales, mercados suplementarios para la venta de sus productos y fuentes de materias primas para su creciente industria logró mantener su régimen capitalista.
3.- La plusvalía obtenida por la explotación de las colonias es uno de los apoyos del capitalismo moderno. Mientras esta fuente de beneficios no sea suprimida, será difícil para la clase obrera vencer al capitalismo.
El imperialismo europeo ha hecho concesiones cada vez más grandes en sus propios países a la aristocracia obrera, a cuesta de mantener las condiciones de vida de los obreros en los países sometidos a un nivel muy bajo.
4.- La supresión por parte de la revolución proletaria del poderío colonial europeo acabará con el capitalismo europeo. La revolución proletaria y la revolución de las colonias deben aunarse, en una cierta medida, para la finalización victoriosa de la lucha. Por lo tanto, la Internacional Comunista tiene que ampliar el círculo de su actividad. Debe estrechar relaciones con las fuerzas revolucionarias que tratan de destruir el imperialismo en los países económica y políticamente dominados.
5.- La Internacional Comunista concentra la voluntad del proletariado revolucionario mundial. Su tarea consiste en organizar a la clase obrera de todo el mundo para la liquidación del orden capitalista y el establecimiento del comunismo. La Internacional Comunista es un instrumento de lucha que tiene por tarea agrupar a todas las fuerzas revolucionarias del mundo.
6.- El imperialismo extranjero que pesa sobre los pueblos orientales, les ha impedido desarrollarse, en el orden social y económico, simultáneamente con las clases de Europa y América.
La dominación extranjera obstaculiza el libre desarrollo de las fuerzas económicas. Por eso su eliminación es el primer paso de la revolución en las colonias y por eso la ayuda aportada a la destrucción del poder extranjero en las colonias no es, en realidad, una ayuda al movimiento nacionalista de la burguesía indígena sino la apertura del camino para el propio proletariado oprimido.
7.- En los países oprimidos existen dos movimientos que cada día se separan más: el primero es el movimiento burgués democrático nacionalista; el otro es el de los campesinos y obreros ignorantes y pobres.
El primero intenta dirigir al segundo y en cierta medida lo ha conseguido con frecuencia. Pero la Internacional Comunista y los partidos adheridos deben combatir esta tendencia y tratar de desarrollar el sentimiento de clase independiente en las masas obreras de las colonias.
Al respecto, una de las tareas más importantes es la formación de partidos comunistas que organicen a los obreros y los campesinos y los conduzcan a la revolución y al establecimiento de la república soviética.
8.- Las fuerzas del movimiento de emancipación en las colonias no están limitadas al pequeño círculo del nacionalismo burgués democrático. En la mayoría de las colonias, ya hay un movimiento socialrevolucionario o partidos comunistas vinculados estrechamente con las masas obreras. Los partidos comunistas de los diferentes países imperialistas deben trabajar en contacto con esos partidos proletarios en las colonias y prestarles ayuda moral y material.
9.- La revolución en las colonias, en su primer estadio, no puede ser una revolución comunista, pero si desde su comienzo la dirección está en manos de una vanguardia comunista, las masas no se desorientarán y en los diferentes períodos del movimiento su experiencia revolucionaria irá aumentando.
Sería un error pretender aplicar inmediatamente en los países coloniales los principios comunistas respecto a la cuestión agraria. En su primer estadio, la revolución en las colonias debe tener un programa que incluya reformas pequeñoburguesas tales como el reparto de la tierra. Pero eso no significa necesariamente que la dirección de la revolución deba ser abandonada en manos de la democracia burguesa. Por el contrario, el partido proletario debe desarrollar una propaganda poderosa y sistemática a favor de los sóviets, y organizar los sóviets de campesinos y de obreros. Esos sóviets deberán trabajar en estrecha colaboración con las repúblicas soviéticas de los países capitalistas adelantados para lograr la victoria final sobre el capitalismo en todo el mundo.
De este modo, las masas de los países atrasados, conducidas por el proletariado consciente de los países capitalistas desarrollados, accederán al comunismo sin pasar por los diferentes estadios del desarrollo capitalista.