Al día de hoy, 23 de abril, son ya 12 días desde que el 11 de abril las tribunas de las cámaras de senadores y diputados fueron tomadas por los legisladores del Frente Amplio Progresista (FAP) integrado por el PRD, el PT y Convergencia. La medida se tomó con la intención de impedir que el PAN y el PRI aprobaran vía fast track la contrarreforma petrolera presentada el 8 de abril por el espurio Calderón. Esta acción junto a la fortísima presión ejercida por las masas en las calles, con López Obrador (AMLO), surtió efecto echando por la borda los planes iniciales del régimen de aprobar en pocos días este nuevo ataque contra los trabajadores de la ciudad y el campo. Recordemos que el senador panista, Santiago Creel, inmediatamente después de que Calderón presentara su reaccionaria iniciativa declaró que sus intenciones eran las de aprobar en el senado esa misma la iniciativa para turnarla inmediatamente a la cámara de diputados.
Con la acción de las masas en las calles y la iniciativa de los diputados del FAP, se le arremetió el primer golpe a Calderón al no poder hacer que su iniciativa fuera aprobada en lo inmediato. A cambio de dejar las tribunas para permitir un funcionamiento normal de las cámaras, el FAP demandó un debate nacional de 120 días en el que se pudiera debatir a fondo la problemática de PEMEX y en el que pudiera participar AMLO y especialistas en el tema.
Tras este golpe, los panistas y priístas pasaron nuevamente a la ofensiva tratando de que el ataque se conculcara en los días restantes del actual periodo legislativo el cual culmina en este mes de abril. Sin embargo la disposición del FAP para mantener la toma de las tribunas y la decisión de las masas para hacerse sentir, lo obligó, en voz de senador priísta Francisco Labastida, a hacer un planteamiento en el cual se proponía un debate nacional de 50 días y tras ello discutir y votar en las cámaras la contrarreforma del pelele Calderón.
La propuesta fue rechazada por el FAP y se mantuvo la toma de las tribunas al lado de las acciones de presión de la Adelitas, el grupo de 10 mil mujeres organizadas por la CND.
La ofensiva de Calderón contra PEMEX, el accionar de las fracciones parlamentarias que forma en FAP y las movilizaciones masivas convocadas pro AMLO contra este ataque, han abierto una nueva y profunda crisis política en México que, de desarrollarse, puede adquirir un magnitud similar a la sufrida por Fox en el 2006 cuando el entonces presidente de México se vio obligado a enfrentar el odio de las masas ante el monumental fraude electoral que llevó a Calderón a al presidencia.
La lucha de clases y su expresión al interior de las cámaras, han provocado una semiparálisis en el aparato legislativo, el cual, por el momento, ha dejado de funcionar como una de las principales herramientas del régimen para legitimar la política antiobrera de la burguesía y sus perros falderos del PAN y del PRI, en este caso en lo que a los ataques a PEMEX se refiere. Lo anterior demuestra que si las masas se deciden, son capaces de todo; en esta lucha, lo logrado hasta hoy, demuestra que Calderón, junto con sus intenciones de privatizar el petróleo por la vía de los hechos, puede ser derrotado. Ello es factible porque, como consecuencia de lo mismo, esta misma lucha refleja nítidamente la debilidad del régimen.
Tenemos que ir a fondo pues ante el descontando social y sus manifestaciones, los priístas ya están sintiendo que el suelo se les mueve debajo de sus pies. Así lo demuestra la reunión de emergencia convocada por la dirigencia del PRI el pasado 10 de abril con los gobernadores y coordinadores parlamentarios de ese partido para definir una postura de “cohesión” ante el fuerte rumor de que 50 diputados priístas se oponen a la iniciativa presentada por el presidente espurio. Los priístas aspiran a regresar a la presidencia de la república en el 2012, piensan que ello es posible dado los resultados electorales de las diferentes elecciones estatales del año pasado en las que, en general, se vieron favorecidos. Ante esta aspiración, algunos de ellos temen que apoyar el ataque a PEMEX podría significar echar por tierra sus planes para regresar a la presidencia de Los Pinos en 2012. Pero por encima de ello, lo priístas temen a un estallido social. Ellos saben que los trabajadores estamos fastidiados de casi tres décadas de ataques a nuestras condiciones de vida; saben que el fraude electoral del 2006 nos dejó asqueados al tope y tiene pavor que la contrarreforma petrolera se trasforme en un punto de inflexión que nos empuje a las masas obreras y campesinas a desarrollar acciones de repudio contra el gobierno, que hagan palidecer a la que desarrollamos en 2006 contra el fraude electoral. Como explicó el gran revolucionario león Trotsky, quien junto con Lenin dirigió el partido bolchevique para llevar al poder al proletariado ruso en 1917, la burguesía sólo da marcha atrás en su política antiobrera bajo la condición de tener miedo de perderlo todo.
Por consecuencia, los trabajadores debemos dar una muestra contundente de nuestra fuerza y poner a temblar a calderón junto con lo panistas y priístas pasando al paro nacional de una vez por todas. No debemos esperar más, es cierto que la presión en las calles y la acción del FAP en las cámaras legislativas han hecho titubear a Calderón quien, por medio de Santiago Creel, ha manifestado sus intenciones por aceptar el debate nacional propuesto pro el FAP. Pero no nos podemos confiar, la negativa de los senadores panistas a comprometerse a aceptar, como lo propone el FAP, que no se convocará a un periodo extraordinario en las cámaras ya por sí mismo habla de su interés por sacar a toda costa la contrarreforma de Calderón. Tampoco han aceptado la propuesta del FAP a que se cree la figura constitucional de referendo para que los trabajadores y campesino puedan manifestar por este medio su voluntad respecto a la iniciativa de Calderón. Su rechazo a esta medida no se puede explicar de otra manera más que por el enorme temor de que los panistas y priístas salgan derrotados.
La reacción, es decir Calderón y sus compinches del PAN y el PRI, quieren asegurar que sean sólo las cámaras de diputados y senadores los espacios en los que se defina el futuro de PEMEX y del pueblo trabajador. Ellos son mayoría en las cámaras y saben que tiene que asegurar esa condición. Los trabajadores, el FAP, la CND, el PRD y AMLO, todos juntos, debemos ser conscientes de ello, con debate nacional o sin él, la lucha en el terreno parlamentario esta condenada al fracaso. Si todo depende de la votación en las cámaras PEMEX estará condenada a muerte.
Por eso debemos de insistir en la acción en las calles, en las fábricas y en los centros de estudio. Es urgente que AMLO llame al cierre de instalaciones de PEMEX, de instalaciones bancarias y de aeropuertos, al cierre de carreteras y al paro nacional. No hay tiempo que perder, independientemente de que le dialogo nacional organizado por el senado dure 50 días, como lo proponen los priístas, o 120 como lo reclama el FAP (o haya una “tercera vía” como lo ha planteado Creel) si todo depende de la votación en las cámaras la sentencia de muerte para PEMEX estará firmada con las funestas consecuencias que ello implicará para el campesinado pobre y los trabajadores de las ciudades.
Los legisladores del FAP, la CND y AMLO no deben desistir de sus acciones, incluido el mantener las tribunas de las cámaras tomadas, hasta que Calderón dé marcha atrás. Estas acciones tienen que ser reforzadas por la única verdadera medida que obligará a la burguesía y a Calderón a retroceder, es decir por la acción de las masas en las calles y por la huelga general. Los sindicatos se tienen que unir más decididamente a esta lucha. Es importante reconocer que la Alianza de Tranviarios ha estado al lado del movimiento desde el primer día; también hay que destacar que el SME recientemente se han integrado a los batallones de combate; por su parte la UNT ha hecho declaraciones rechazando la contrarreforma petrolera de Calderón. Sin embargo hace falta la intervención de más sindicatos y estos tienen que ser los principales agitadores sobre la consigan de la huelga general poniéndoles hora y fecha a este llamado y organizando comités de trabajadores para organizar el paro.
El futuro de PEMEX está en juego y junto con este el del pueblo trabajador, a toda costa debemos impedir que en esta ocasión Calderón, la burguesía, los imperialistas y sus perros falderos del PAN y el PRI se salgan con la suya. Ellos han transformado a nuestro país en un infierno para los trabajadores y campesinos, a pesar de las inmensas riquezas que posee. Los burgueses, que tiene como sus representantes a los gobiernos del PAN y del PRI, han tenido una oportunidad de 200 años y han fracasado trasformando a millones de mexicanos en pobres, bajo la propiedad de la industria, la tierra y los bancos, otro resultado es imposible. Ellos han llevado a la runa a PEMEX y ahora quieren sepultarlo definitivamente.
En 1938, año en que fue nacionalizada la industria petrolera, los trabajadores y el presidente Lázaro Cárdenas tomaron la decisión de poner la palanca más poderosa de la economía mexicana en manos del Estado para el benéfico del proletariado y el campesinado pobre. Ahora Calderón junto con el PAN y el PRI, pretenden regresar la historia para poner esa palanca en manos de la burguesía y el imperialismo a costa de condenar a una miseria más atroz a los obreros y campesinos. Esta cuestión la debemos impedir a toda costa, por ello unan tarea más que tenemos los trabajadores al mismo tiempo que defendemos a PEMEX, es luchar por derrocar a Calderón. Los burgueses y sus gobiernos ya tuvieron su oportunidad y lo único que han logrado para nosotros es miseria, desempleo y falta de oportunidades. ¡Que se larguen! ¡Debemos echarlos! Luchemos por defender PEMEX y por un futuro digno para los trabajadores y sus familias. Derroquemos a Calderón y expropiemos a los banqueros y empresarios para poner toda es riqueza bajo el control democrático de los trabajadores. Luchemos por el socialismo y una federación socialista de América Latina y transformemos a México en un país en el que el hambre, la miseria y la explotación sólo sean un amargo recuerdo de lo que fue la sociedad capitalistas.