El 5 de noviembre se celebrarán las elecciones generales en Puerto Rico. Y como ocurre cada cuatro años, el pueblo acudirá a votar para elegir a los funcionarios que habrán de administrar el gobierno. Pero, a diferencia de anteriores eventos, estas elecciones nos ofrecen una oportunidad histórica. Por primera vez en más de 50 años el tradicional bipartidismo capitalista-colonial que ha dominado el escenario político en nuestro país se encuentra en peligro de quebrar. ¿Qué posición asumir ante esta coyuntura? ¿Qué posición debe asumir la clase obrera para mejor adelantar sus intereses de clase?
[Publicado originalmente en Rumbo Alterno - ICR Puerto Rico]
Un poco de historia
En Puerto Rico la lucha política obrera nació prácticamente a la misma vez que el sindicalismo. A poco menos de un año luego de la invasión norteamericana, el 18 de junio de 1899, un grupo de trabajadores fundaron la Federación Libre de Trabajadores con el objetivo de luchar por mejorar sus salarios y condiciones de empleo. En la misma reunión, los trabajadores también acordaron fundar el Partido Obrero Socialista con el objetivo de conquistar el poder político. De esa fecha en adelante, y durante más de 50 años, lucha sindical y lucha política se desarrollaron como dos aspectos de la misma lucha obrera. Ya para el año 1915 la clase obrera fundaría el Partido Socialista.
No podemos evaluar, en este breve espacio, los aciertos y los errores de la lucha de la FLT y el Partido Socialista. Sin embargo es importante señalar que los delegados socialistas en la Convención Constituyente de 1952 lograron consignar en la Constitución de Puerto Rico importantes derechos obreros tales como el derecho a la organización sindical, a la negociación colectiva y a la huelga. De igual manera lograron la aprobación de la famosa Sección 20, la cual reconocía importantes derechos humanos para nuestro pueblo, tales como el derecho de toda persona recibir gratuitamente la instrucción primaria y secundaria, el derecho al trabajo, a disfrutar de un nivel de vida adecuado asegurando la salud y el bienestar con acceso a la alimentación, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios, así como el derecho a la protección social en el desempleo, la enfermedad, la vejez o la incapacidad física. En un ejercicio de su poder imperialista, el gobierno de EE.UU. vetó dicha sección.
De otro lado, y como parte de la llamada “izquierda democrática latinoamericana”, el Partido Popular Democrático nació en el 1938 como un partido socialdemócrata enarbolando la bandera de la justicia social y un programa de amplias reivindicaciones para la clase obrera y el campesinado. Sin embargo, poco tiempo después de ganar las elecciones en 1944, el PPD abandonaría su prédica de justicia social para abrazar el capitalismo colonial, lo cual canalizó a través del programa Manos a la Obra, la destrucción de la Confederación General de Trabajadores y el encarcelamiento de líderes comunistas y del independentismo nacionalista.
En 1968 el PPD perdió las elecciones por primera vez y desde esa fecha se ha alternado en el poder con otro partido capitalista, el Partido Nuevo Progresista. Mientras que en otros países la alternancia bipartidista generalmente se da entre la derecha (que defiende el llamado capitalismo “salvaje”) y la izquierda socialdemócrata (que defiende el capitalismo “con rostro humano”), en Puerto Rico el bipartidismo PPD-PNP se ha manifestado de manera consistente como una pugna entre dos facciones de la burguesía local, defensoras a ultranza del capitalismo colonial.
Durante el período del dominio PPD-PNP desapareció cualquier semblante de lucha obrera política independiente y la clase obrera se dividió en la eterna búsqueda de una alternativa “menos mala” lo cual inevitablemente terminaba en la elección de una alternativa mala. Así pues, cuando el PNP reprimía al pueblo o adoptaba legislación anti-obrera, el PPD se convirtió en “alternativa” electoral y vice versa. Aunque hubo esfuerzos por rescatar una política obrera independiente en las elecciones del 1976 y 1980 con el Partido Socialista Puertorriqueño (PSP), y en las elecciones del 2012 y 2016 con el Partido del Pueblo Trabajador (PPT), dichos esfuerzos fracasaron al no atraer grandes sectores de la clase obrera. Por su parte, la bandera de la socialdemocracia fue enarbolada por el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) y, para la elecciones del 2020, también sería recogida por el Movimiento Victoria Ciudadana (MVC)
La erosión del bipartidismo
Durante los pasados años hemos visto una progresiva erosión del bipartidismo PPD-PNP. Desde el agotamiento del modelo económico de importación de fábricas extranjeras, la crisis económica y fiscal del gobierno, y las masivas manifestaciones del verano de 2019 que llevaron a la renuncia del gobernador, ha crecido el convencimiento en amplios sectores del pueblo, incluyendo la juventud y la clase obrera, que la situación política tiene que cambiar. Para ilustrar este hecho vale mencionar que en el año 2008, el PNP ganó las eleciones con casi el 53% de la votación. Ya para las pasadas elecciones del 2020, dicho porcentaje bajó a sólo 33%. Por su parte, el PPD obtuvo el 41% de los votos en 2008 y en las elecciones del 2020 obtuvo escasamente el 32%.
A la vez que los partidos tradicionales del capitalismo-colonial evidenciaban su desgaste, surgieron o se desarrollaron otras alternativas electorales. Para las elecciones del 2008 el Partido Puertorriqueños por Puerto Rico obtuvo el 2.8% de los votos mientras que el Partido Independentista Puertorriqueño obtuvo el 2%. Para las elecciones del 2020, el PIP aumentaría al 13.7% mientras que el recién fundado MVC alcanzaría el 14.2%. Entre ambos partidos sumarían el 28% de los votos emitidos.
Sin lugar a dudas el bipartidismo PNP-PPD acude desacreditado por la corrupción y desgastado políticamente a las elecciones. Por su parte, el PIP y el MVC han logrado coordinar sus esfuerzos en una Alianza de País que según las encuestas, mínimamente le ganaría al PPD, colocando a dicho partido histórico en una lastimosa tercera posición.
La coyuntura actual
En estas elecciones la clase obrera tiene, por primera vez en más de 50 años, la posibilidad de no conformarse con votar por la alternativa “menos mala”. La “Alianza de País” ofrece un programa de amplias reivindicaciones sociales y económicas a la vez que promueve una alternativa para la descolonización de nuestra isla.
El bipartidismo ha reaccionado de manera histérica ante el surgimiento de la Alianza. El PPD no pierde la oportunidad de denunciar públicamente la “Victoria Independentista” y se apresura a presentarse como la alternativa de “centro” entre la derecha del PNP y la izquierda de la Alianza. Por su parte, el PNP ha desarrollado una virulenta campaña anticomunista contra la Alianza, denunciando sus alegados vínculos con los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
A diferencia de lo que alega el PNP, la Alianza no es anticapitalista y no promueve la lucha por el socialismo o el comunismo. Podemos señalar – sin lugar a dudas – que el programa político que la Alianza promueve no habrá de erradicar el capitalismo o eliminar la explotación de la clase obrera. Sin embargo presenta una opción real de cambio que acabar con la alternancia bipartidista mientras que defiende una serie de reivindicaciones democráticas que – de implantarse – provocarían un choque contra los estrechos límites del capitalismo colonial.
A esto se suma la creación de la Coalición Sindical, compuesta por más de 25 sindicatos del país, la cual ha presentado un programa político titulado “Propuestas para el País que merecemos”. La elaboración de dicho programa y su campaña “No te vistas que no vas” sin duda constituye un punto de inflexión en el desarrollo de la lucha de clases en Puerto Rico. Un sector importante de la clase obrera organizada en sindicatos ha elaborado, y promueve públicamente, un programa de reivindicaciones para promover un cambio político y derrotar el bipartidismo. Como si esto no fuera suficiente, tanto líderes como trabajadores de base de la Coalición Sindical han manifestado – tanto en público como en privado – su apoyo entusiasta a la Alianza de País.
El hecho de que sectores de la clase obrera, organizados en sindicatos, hayan elaborado un programa de reivindicaciones políticas ante la coyuntura electoral representa un salto en la conciencia obrera en nuestro país. Por demasiado tiempo lo que conocemos como “lucha obrera” generalmente se ha limitado al estrecho camino de la lucha económica sindical. Por tal razón, adelantar reivindicaciones políticas – de manera colectiva y coordinada – es un importante paso en la dirección correcta.
El camino a seguir
Para los comunistas la lucha de clases entre la clase obrera explotada y los capitalistas explotadores se manifiesta, no sólo en la lucha económica, sino también en la lucha política e ideológica. Para conquistar las reivindicaciones obreras y que éstas no sean saboteadas resulta imprescindible que – como clase obrera – contemos con nuestro propio partido político. Como correctamente plantearon nuestros antecesores obreros en 1899, no basta con tener sindicatos para luchar por mejores salarios y condiciones de empleo, también es necesario que los trabajadores tengamos nuestro propio partido para conquistar el poder político. La clase obrera en el poder será la única garantía de que podamos conquistar – y defender – las reivindicaciones de nuestra clase.
Los comunistas en Puerto Rico saludamos y apoyamos la iniciativa política de la Coalición Sindical, aunque reconozcamos las limitaciones del programa político que han presentado. Así mismo brindamos nuestro apoyo crítico a la Alianza de País, pues conlleva el rompimiento con el bipartidismo que ha maniatado la clase obrera y estrangulado nuestro país. Al definir nuestro apoyo a la Alianza como uno de carácter crítico reconocemos que el rompimiento que nos ofrece es importante y necesario pero no es suficiente. Tenemos que ir más allá.
Para acabar con la explotación de la clase obrera en Puerto Rico – y a nivel internacional – no basta con un “buen gobierno” o “combatir la corrupción”: tenemos que acabar con el capitalismo que es la fuente de toda explotación y opresión social. Y para triunfar en dicha lucha anticapitalista, como clase obrera necesitamos tener nuestra propia organización, necesitamos nuestro propio instrumento político. Por tal razón debemos sentar las bases para construir nuestro propio partido revolucionario de trabajadores. Ese es nuestro objetivo ahora y será nuestro objetivo luego de las elecciones. Sólo así estaremos en condiciones de construir un mundo mejor, libre de explotación y de todas las opresiones pues un mundo mejor es posible pero sólo si es socialista. Te invitamos a que te unas a este esfuerzo.